Dopey tiene un ascensor privado, todo un lujo, pero... ¡que demonios!, a su amo habría que decirle alguna que otra palabra graciosa. Aunque yo no merezco menos, porque, ¡lo que me he podido reir a costa del pobrecito Dopey!. 

Claro, que mención aparte merece la avellana/bellota, que ha sido estratégicamente colocada para solaz y entretenimiento del animalito.